Entrevista a Abel García Roure- Creador de la serie La línea invisible. Movistar+

El creador y productor ejecutivo de la serie La línea invisible Abel García Roure y y el asesor histórico Gaizka Fernández Soldevilla, analizan la época en la que se desarrolla la serie.


La serie original Movistar+ dirigida por Mariano Barroso se centra en el origen de ETA y el primer asesinato de la organización, que tuvo como víctima al guardia civil José Antonio Pardines y llegará a la plataforma el viernes 17 de abril completa bajo demanda. ‘La línea invisible’ está producida por Sentido Films en colaboración con Corte y Confección de Películas y cuenta con un extenso reparto encabezado por Àlex Monner, Antonio de la Torre, Anna Castillo, Asier Etxeandia, Patrick Criado, Patricia López Arnáiz, y Enric Auquer.

El 7 de junio de 1968 el líder de ETA Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner) cruzaba “la línea invisible” al matar a la primera víctima mortal de la organización terrorista, el guardia civil gallego José Antonio Pardines. Pocas horas después el propio Txabi era abatido en un enfrentamiento con la guardia civil, convirtiéndose en el primero en matar y el primero en morir en la historia de ETA. Tras la muerte de su líder, los compañeros de Txabi (Anna Castillo, Patrick Criado), deciden vengar su muerte asesinando a su principal perseguidor, el inspector Melitón Manzanas (Antonio de la Torre). No son conscientes de que están a punto de abrir un camino plagado de dolor y venganza, de miedo y terror que marcará los siguientes cincuenta años de la historia de España.
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FOTOGRAMAS: ‘La línea invisible’: Todo lo que sabemos de la nueva serie de Movistar+, basada en una idea original de Abel García Roure

Antonio de la Torre, Àlex Monner, Anna Castillo, Patrick Criado y Asier Etxeandía encabezan el reparto de la ficción, sobre el primer asesinato de ETA, dirigida por Mariano Barroso.

POR JUAN SILVESTRE 17/07/2019

Álex Monner y Anna Castillo en el rodaje de "La línea invisible"

Lisbeth Salas / Movistar +

Tras el éxito de crítica y público cosechado con ‘El día de mañana’, Mariano Barroso vuelve a colaborar con Movistar+ poniéndose al frente de ‘La línea invisible’, nueva serie que rueda estos días entre Irún, Bilbao, San Sebastián y otras localizaciones del País Vasco y Navarra. Basada en una idea de Abel García Roure, la ficción, que contará con seis capítulos de 50 minutos de duración, se centra en el asesinato del guardia civil José Antonio Pardines por parte de Txabi Etxebarrieta, líder de ETA. Un atentado que abrió un camino plagado de dolor y venganza y que marcará los siguientes 50 años de la historia de España.

Encabezan el reparto Antonio de la Torre, Àlex Monner, Anna Castillo, Patrick Criado y Asier Etxeandía.

‘La línea invisible’: Primeras imágenes

La grabación de la serie se está llevando a cabo en diferentes localizaciones del País Vasco, como Bilbao, San Sebastián, Hondarribia…, y Navarra. Estas primeras fotos corresponden a nuestra visita al rodaje en el Colegio Pío Baroja de Irún.

‘La línea invisible’: Sinopsis

El 7 de junio de 1968 el líder de ETA Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner) cruzaba ‘la línea invisible’ al matar a la primera víctima mortal de la organización terrorista, el guardia civil gallego José Antonio Pardines (Xoan Forneas) de sólo 25 años de edad. Pocas horas después el propio Txabi era abatido en un enfrentamiento con la guardia civil, convirtiéndose así en el primero en matar y el primero en morir en la historia de ETA. Tras la muerte de su líder, los compañeros de Txabi (Anna Castillo, Patrick Criado) deciden vengar su muerte asesinando a su principal perseguidor, el inspector Melitón Manzanas (Antonio de la Torre).

‘La línea invisible’: Reparto

Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner): Jovencísimo bilbaíno de origen burgués, con inquietudes literarias y filosóficas además de sólida formación. Es el personaje decisivo en el nacimiento de ETA como organización. Su trayecto personal vertebrará el relato de la serie.

Melitón Manzanas (Antonio de la Torre): Inspector Jefe de la Brigada Político-Social de San Sebastián. Nacido en San Sebastián, estudió Peritaje y formó parte de joven de un grupo de teatro. Tras el golpe de Estado de julio de 1936, fue encarcelado por las autoridades republicanas a causa de sus simpatías con las tropas sublevadas. Entró a formar parte del Cuerpo General de Policía en 1941, con el grado de inspector en Irún, desde donde pasó a la Brigada Político-Social de Guipúzcoa, de la que terminó siendo jefe, y colaboró activamente con la Gestapo alemana (que lo adiestró) en la persecución de fugitivos en la frontera franco-española.

Txiki (Anna Castillo): Inseparable de Maxi, forma con él una pareja comprometida. Dirige ETA junto a Txabi y a Maxi, encargándose del aparato político y de la propaganda. Milita en ETA desde muy joven, ayudando en tareas de apoyo y de reparto de propaganda.

Txema (Patrick Criado): De carácter temerario e incontrolable, criado en un caserío y hablante de euskera, sin muchos estudios, es detenido por Melitón Manzanas por colgar una ikurriña ya unos años antes de empezar a colaborar con la ETA liderada por Txabi

El Inglés (Asier Etxeandía): Uno de los fundadores de ETA en 1958, ideólogo e impulsor en la sombra de la actividad terrorista de nuestros protagonistas desde su refugio seguro en el sur de Francia. Controla el dinero enviado por los grupos de vascos en el exilio en Venezuela o Estados Unidos y es el interlocutor con otros grupos terroristas internacionales o gobiernos afines como los de Cuba o Argelia.

Jose Antonio Etxebarrieta (Enric Auquer): Hermano mayor de Txabi. Una grave enfermedad en la columna vertebral (mielitis medular) a los 23 años interrumpió su precoz y prometedora carrera como líder del nacionalismo vasco.

Toño Pardines (Xoan Forneas): Hijo de Guardia Civil, extremadamente humilde, nacido y criado por su tía –su madre murió cuando era niño- en la localidad coruñesa pesquera de Malpica de Bergantiños, en la Costa da Morte. Un encuentro fortuito le convertirá en involuntario y trágico protagonista del nacimiento de ETA.

Maxi (Joan Amargós): Será el jefe militar y líder, junto a Txabi, de la ETA surgida de la V Asamblea. Estudiante de medicina nacido en la población de Leiza (Navarra) en una familia euskaldún tradicional y acomodada.

Peru (Emilio Palacios): Camarada de Txabi al que admira profundamente. El destino le lleva a acompañarle cuando mata y cuando muere.

Clara (Patricia López Arnaiz): Amante de Melitón y madre de un joven pelotari. Mujer independiente y fuerte que no se conforma con la situación.

Chamorro (Pablo Derqui): Subinspector de la Brigada Político-Social de San Sebastián, a las órdenes de Melitón Manzanas. Destinado al País Vasco, pero sin conexiones familiares ni sociales allí. Fiel cumplidor de las órdenes de Melitón, no cuestiona ninguna de sus instrucciones.

Madre de Txabi y Jose Antonio Etxebarrieta (María Morales): Viuda muy joven, debe trabajar para sacar adelante a sus hijos como telefonista en el Ayuntamiento de Bilbao. De ideas conservadoras y monárquicas, se enfrenta a las ideas de izquierdas e independentistas de sus hijos.

Julia (Amaia Sagasti): La novia de Txabi es una joven de la alta burguesía bilbaína, alegre y un tanto ingenua.

Teresa (Aia Kruse): La mejor amiga de Txabi y compañera de clase de la universidad. Hermana mayor de Julia y novia de Jose Antonio, a su vez hermano mayor de Txabi. Es comunista, y cree, por encima de todo, en el pacifismo y la lucha obrera.

Ana (Amaia Lizarralde): Esposa de Melitón Manzanas y testigo directo de su asesinato cuando Melitón regresaba a casa. Vive en Irún junto a Melitón y su única hija.

Sor Justina (Ione Irazábal): Directora del colegio de monjas al que acude la hija de Melitón Manzanas.

Anita Manzanas (Sara Balerdi): Hija de Melitón.

Padre Iñaki (Josean Bengoetxea): Sacerdote simpatizante de la causa independentista y que presta su ayuda a la incipiente ETA. Josean Bengoetxea es además el coach que velará por la fidelidad en el acento vasco y las expresiones en euskera de nuestros actores.

‘La línea invisible’: Director

Tras ‘El día de mañana’, Mariano Barroso vuelve a colaborar con Movistar+. “De todos los proyectos que me ofreció la plataforma, este es el que más me llamó la atención”, nos cuenta el director. Aunque en los inicios de su carrera dirigió algunos capítulos de series tan populares como ‘Las chicas de hoy en día’, durante los últimos años, Barroso ha estado más centrado en la televisión. Además de esta serie, ha dirigido los tres capítulos españoles de ‘Criminal’, la original coproducción de Netflix que llegará muy pronto a la plataforma y aúna a los mejores directores de Inglaterra, Francia y Alemania.

‘La línea invisible’: Fecha de estreno

Movistar + aún no ha anunciado cuándo se lanzará la serie producida por Sentido Films, pero no será antes de 2020.

28/5/2019 – Arranca el rodaje de ‘La Línea Invisible’, una serie original de Movistar+

Basada en una idea original de Abel García Roure, la serie se centra en el origen de ETA y el primer asesinato de la organización, que tuvo como víctima al guardia civil José Antonio Pardines. La dirigirá Mariano Barroso.

Producida en colaboración con Sentido Films y Corte y Confección de Películas, escrita por Mariano Barroso, Michel Gaztambide y Alejandro Hernández.

El rodaje de ‘La línea invisible’ ya ha dado comienzo y se desarrollará íntegramente en distintas localizaciones de Euskadi hasta finales de agosto de 2019. Esta serie es la segunda dirigida por Mariano Barroso para Movistar+ tras el éxito de ‘El día de mañana’, que fue recibida por crítica y público como ‘la serie imprescindible de la temporada‘. 

La serie, que constará de 6 episodios de 45 minutos, está protagonizada por Àlex Monner, Antonio de la Torre, Anna Castillo, Asier Etxeandia, Patrick Criado, Patricia López Arnáiz, Enric Auquer, Pablo Derqui y Ramón Barea.

Completan el reparto Emilio Palacios, Amaia Sagasti, Joan Amargós, Aia Kruse, Xoan Forneas y Josean Begoetxea entre muchos otros. 

Notas del director de la serie, Mariano Barroso, sobre ‘La línea invisible’
«El título de nuestra serie hace alusión a esa línea que cruzaron quienes decidieron ejercer la violencia armada contra otro ser humano. La línea que separa la decisión intelectual o política, del hecho de empuñar un arma y disparar contra otra persona. Es la línea que cruzaron los primeros dirigentes de ETA a finales de los años 60.

Uno trata de saber qué ocurrió inmediatamente antes del tiempo que le ha tocado vivir. Entender qué nos ha traído hasta aquí. Me ha llamado siempre la atención el hecho de que la historia más reciente de España esté muy poco contada. Así, aunque tenemos mucha información sobre la espiral que desplegó ETA a partir de los años 70 y hasta su desaparición, apenas se conocen datos sobre su origen. Esta serie nos da la oportunidad de arrojar luz sobre ese periodo que nos ha marcado a todos de forma trágica y definitiva. Porque incluso la peor pesadilla en algún momento debió empezar siendo un sueño.

Pero ‘La línea invisible’ cuenta algo más. Cuenta sobre todo la historia humana de los personajes que protagonizaron aquella época en Euskadi. Sus relaciones, sus conflictos y sus afectos. En ellos radica el origen de los silencios, de los odios y de las zonas de sombra que marcaron a todos los habitantes del País Vasco y del resto de España».

Sinopsis
El 7 de junio de 1968 el líder de ETA Txabi Etxebarrieta (Àlex Monner) cruzaba “la línea invisible” al matar a la primera víctima mortal de la organización terrorista, el guardia civil gallego José Antonio Pardines.

Pocas horas después el propio Txabi era abatido en un enfrentamiento con la guardia civil, convirtiéndose en el primero en matar y el primero en morir en la historia de ETA. Tras la muerte de su líder, los compañeros de Txabi (Anna Castillo, Patrick Criado), deciden vengar su muerte asesinando a su principal perseguidor, el inspector Melitón Manzanas (Antonio de la Torre). 

No son conscientes de que están a punto de abrir un camino plagado de dolor y venganza, de miedo y terror que marcará los siguientes cincuenta años de la historia de España.

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22/07/2017 – «Una cierta verdad» de Abel García Roure, en el diario.es

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Hace unos días me topé de casualidad con el documental “Una cierta verdad”(2008) y me pareció un ejercicio de un enorme respeto tanto al tema que trata como al género en que se desarrolla.

“Una cierta verdad” es la mirada de Abel García Roure, al mundo de las enfermedades mentales, más particularmente centrada en cinco historias que durante dos años han sido la referencia para arrojar un poco de luz a qué ocurre dentro de las personas con este tipo de enfermedades. Se desarrolla en el centro psiquiátrico Parc Taulí.

Lo que más me llamó la atención del documental es que su mirada es aséptica pero no es fría, trata con un cariño tremendo cada testimonio, pero a la vez no se deja inundar por lo que está contando. A través de las palabras de los cinco protagonistas cuyas historias van tomando cierto peso. También se muestra la voz de los profesionales, tantas veces infravalorados.

La historia central sobre la que pivota el documental es la de Javier, un hombre que tiene un universo propio, con una capacidad enorme para expresarse, tanto a través de sus pinturas o como sus escritos. Expresa su enfermedad con el término “radio mental”. Lo más llamativo es que su corpus lógico es coherente, dentro de su realidad todo tiene lógica y no extraña.

Javier es uno de los que da la cara y se muestra tal y como es, mientras que el resto prefieren mantener su identidad oculta. Nos muestra con todo lujo de detalles un mundo interior muy rico en detalles. Sus pinturas y sus explicaciones son magnéticas y rompen de manera radical con el concepto de enfermo mental. La escisión del “yo” y su caso, plantea durante la charla de los psiquiatras un retrato de cómo la enfermedad puede ofrecer ciertos datos para poder tratarse.

Javier cuestiona constantemente el sistema, plantea preguntas lógicas desde su punto de vista. “No necesito medicación” dice en algún momento del documental. Cuestiona desde el punto de vista relativista posmoderno el hacer de los sanitarios.

La mirada de este documental cuestiona los puntos de vista maniqueístas, no quiero decir con esto que no sean enfermedades mentales, estoy diciendo que el concepto de enfermedad mental es algo que hay que tratar con cuidado y que sus límites parecen difuminarse cuanto más nos acercamos. Sobre todo hay que empezar a dejar de tratarlos como personas irracionales, de tratarlos desde su enfermedad y tratarlos como “personas únicas” como dice una de las psiquiatras del centro. ¿Cómo se puede facilitar la vida de esa persona? ¿Qué necesidades tiene? Digamos que cada persona tiene unas necesidades distintas y que dentro de la enfermedad hay miles de matices, de cosas distintas, de aristas…

Este documental pone sobre la mesa la fragilidad del ser humano y cómo cualquier circunstancia traumática puede desgarrarnos de tal manera que nos separe de la realidad.

El tratamiento de los pacientes es exquisito, con un total respeto y humildad, escuchando y dando espacio a las opiniones, por muy disparatadas que sean. Un ejemplo de buen hacer y de buen cine documental.

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«The Wire» de David Simon. El alumbramiento de un nuevo realismo (I)

The Wire encarna una nueva forma de realismo, adaptado a las características específicas de nuestro tiempo.

Abel García Roure

Con el paso del tiempo, The Wire (en realidad, la obra completa de David Simon) ha consolidado una dimensión radicalmente singular en el panorama de la producción de series contemporáneas. Quizá sea el momento de que nos cuestionemos, precisamente, su naturaleza excepcional. De que reflexionemos sobre si debemos conformarnos con considerar la obra de Simon como un caso único y exótico, pero aislado e inimitable y condenado a concluir sin dejar descendencia, o si, por el contrario, podría ser mucho más que eso.

El teórico marxista Fredric Jameson nos proporciona algunas hipótesis apasionantes en The Wire. Realism and Utopia”. Jameson parte del concepto de realismo (en tanto que modelo estético y dispositivo crítico) para concluir que The Wire encarna una nueva forma de realismo, propio y adaptado a las particulares características de nuestro tiempo. Veamos por medio de qué razonamiento llega Jameson a esa idea.

En el primer capítulo de la serie, desde las oficinas del FBI, McNulty (el héroe trágico de esta historia) presencia, a través de un sofisticado despliegue tecnológico de cámaras ocultas y escuchas, la detención de un cártel de traficantes de droga para la que él proporcionó las primeras pistas. Un agente del FBI le informa al despedirse de que esa será la última operación sobre drogas que van a realizar la agencia. Tras los atentados del 11S, las órdenes son ahora centrarse en el yihadismo.

McNulty regresa a la más modesta realidad del Departamento de Homicidios de la policía de Baltimore, en donde trabaja como detective. Pronto veremos que los policías de la ciudad no solo carecen de los medios técnicos del FBI, sino que funcionan de forma burocratizada y apática y que, además, no saben prácticamente nada sobre la estructura criminal que opera en Baltimore.

McNulty se mezcla entre el público en un juicio por un asesinato relacionado con el tráfico de drogas, que investigó uno de sus compañeros. Ante el tribunal, unos matones de la droga, que pasan desapercibidos para todos excepto para McNulty, son capaces de cambiar el signo del juicio intimidando al principal testigo de la acusación. No es esa la primera vez que McNulty ve algo parecido. Pero en esta ocasión el destino (o la moira) querrá que McNulty se cruce en el camino del juez que lleva el caso y que no puede explicarse lo que ha ocurrido en la sala de vistas. Y entonces se desencadenará la acción que vertebrará la trama de la serie.

Lo que inmediatamente se hace patente es que nadie en el Departamento de Policía tiene la menor idea de quién es el capo de la droga para el que trabajan los matones. Solo McNulty sabe su nombre: Aaron Barksdale. Nadie en la policía ni le ha visto, ni ha oído hablar de él, y no poseen ni un solo dato de cómo opera. De hecho, solo se ocupan de las esquinas, donde se hacen los pequeños trapicheos. Pero la compleja estructura, también burocrática, de los criminales permanece invisible para las fuerzas del orden.

¿A qué se debe ese desconocimiento tan palmario?, se pregunta Jameson. Tal vez es que los observadores de la policía no han sabido interpretar la complejidad de la estructura delictiva de Barksdale. Pero tal vez es que la cúpula policial ha renunciado a profundizar en las investigaciones sobre la droga e ir más allá de un hostigamiento superficial contra los traficantes.

Sea cual sea la razón, esta ignorancia de su propia ciudad por parte de la policía abre, de repente, un espacio para el realismo: para ver y descubrir cosas, que no han sido registradas antes. Para rastrear causas y resolver interrogantes, con el rigor y la precisión de un experimento científico o de un procedimental detectivesco.

Será una unidad de investigación especial (creada a regañadientes por la cúpula policial, presionada por el juez con el que se cruzó McNulty) la que emprenda esa tarea de conocimiento, con nuevas estrategias y métodos desarrollados casi siempre de espaldas a los jefes. Ese grupo especial no investigará a un criminal individual responsable de un crimen enigmático, como en el policiaco tradicional. Su propósito es hacer frente a todo un entramado social, analizándolo como si de un universo desconocido o una cultura extranjera por descubrir se tratara.

Barksdale, dice Jameson en su artículo, “es solo un componente de ese conjunto social complejo, que exige nuevos instrumentos de detección y registro (al igual que los realismos deben renovarse y reinventarse constantemente para poder ser capaces de rastrear y desentrañar las nuevas dinámicas sociales según estas van emergiendo, en un contexto en permanente transformación)”.

Jameson establece un paralelismo entre las tareas de la unidad de investigación especial de The Wire y su concepción del realismo, en tanto que respuesta a la necesidad de comprender críticamente el mundo contemporáneo. La unidad de investigación de The Wire, en suma, encarna ese nuevo modo de mirar, para lo que necesitará irse dotando, como sucede a lo largo de la serie, de instrumentos cada vez más sofisticados.

(continuará)